Todo cambia
Todo cambia, cambia desde el más mínimo pensamiento hasta la más inmensa galaxia. El cambio es lo que nos moviliza a hacer y crear nuevas cosas o acciones. Todos hemos tenido algún cambio por más pequeño que sea. La vida se trata de cambios, y gracias a ello hemos evolucionado al humano que somos ahora. Ninguna cosa queda igual desde que surgió. La vida es el cambio y así debe de consistir. El mundo que nos rodea, con infinidad de cosas, objetos y fenómenos diferentes, está en movimiento, cambio y desarrollo continuos. Negar que todo cambia es negar la esencia misma de la realidad, pues lo cierto es que nada permanece del mismo modo jamás; ni un segundo después de la quietud, la quietud es la misma.
El cambio es la forma más general de la existencia de todos los objetos y fenómenos, que constituye cualquier movimiento e interacción, el paso de un estado a otro. El cambio incluye traslados espaciales, metamorfosis interiores de las formas de movimiento, todos los procesos de desarrollo, así como el surgimiento de los nuevos fenómenos en el mundo. El cambio abarca tanto el aumento cuantitativo o la disminución de las características, como sus transformaciones cualitativas. Históricamente cambian no sólo cualesquiera propiedades concretas de los cuerpos, sino también las leyes mismas del movimiento de la materia. En filosofía, a los cambios siempre se oponían la quietud y la estabilidad de los cuerpos, pero estas categorías son relativas, pues constituyen un caso particular y el resultado del movimiento general de la materia.
Aristóteles distingue diversos tipos de cambio, según afecte a la sustancia o a los accidentes, o según sea producido de forma natural o artificial. El cambio puede ser producido espontáneamente por la sustancia, y en ese caso hablamos de cambio natural; o puede ser producido artificial o violentamente, a causa de la intervención de un agente externo a la sustancia misma, el hombre por ejemplo, y en este caso hablamos de cambio artificial. El cambio sustancial supone la modificación radical de una sustancia, es decir, que algo deje de ser lo que era y pase a ser otra cosa: que una sustancia se "convierta" en otra. Las dos formas propias de este tipo de cambio son la generación y la corrupción. La generación supone el nacimiento, o el surgimiento de una nueva sustancia; la corrupción supone la muerte o la desaparición, la destrucción de una sustancia. La germinación de una semilla y el paso de ser semilla a ser planta supone un cambio sustancial: la semilla desaparece, deja de ser semilla, y surge la planta. El cambio accidental supone, por el contrario, la modificación de algún accidente de la sustancia, la pérdida o la adquisición de una característica, es decir, la sustitución de una forma accidental por otra. Este tipo de cambio puede ser local, cuantitativo, o cualitativo. El cambio local supone la traslación de la sustancia de un lugar a otro; esto puede producirse de una forma natural, como ocurre con
el movimiento de las aguas de un río, o de una forma artificial, si modo de lugar la mesa en que trabajo, por ejemplo. El cambio cuantitativo consiste en el aumento o disminución de la cantidad en una sustancia: el aumento o la disminución del peso de un individuo es un ejemplo típico de cambio cuantitativo. El cambio cualitativo supone la sustitución de una cualidad por otra que una sustancia; una fruta que madura y cambia de color experimenta un cambio cualitativo, por ejemplo; una mesa que es pintada de un color diferente también experimenta un cambio cualitativo. Todas las formas de cambio accidental pueden, a su vez, ser un tipo de cambio natural o artificial.
La explicación de por qué se produce el cambio, sus causas, nos la ofrece Aristóteles con la teoría de las cuatro causas: la causa material, la causa formal, la causa eficiente, y la causa final. El cambio se puede producir por razón de la materia, de la forma, de un agente, o del fin. Cuando la madera de una mesa se pudre y se destruye la mesa la causa del cambio es material; cuando a un joven comienza a salirle la barba, la causa del cambio es formal, deriva de su propia esencia; cuando un bloque de mármol se convierte en una estatua la causa del cambio es el escultor que lo modela, la causa eficiente; cuando una masa de arcilla se convierte en un plato lo hace en función de la causa final, para comer.
Heráclito dijo en varias ocasiones “todo fluye, somos y no somos '' .Este filósofo presocrático afirmaba que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El decía que las cosas se transforman en un proceso continuo de nacimiento y destrucción que afecta a objetos, animales y seres humanos. «Todo fluye, somos y no somos», era el lema básico del Heráclito de Éfeso, también conocido como Heráclito el «Oscuro». El pensador griego creía que el mundo experimenta un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. Dentro del cambio incesante de las cosas, Heráclito postula que existe una unidad o principio eterno encarnado por el fuego.Pero esta llama crepitante es una metáfora que se refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra sumido el ser humano y el mundo. Todo este fluir está regido por una ley que el pensador denominaba «logos», que no sólo rige el devenir del mundo, sino que nos indica el camino a seguir, aunque la mayoría de nosotros «no sabemos escuchar ni hablar». El lamento de Heráclito. Según este pensador, la mayoría de las personas vive relegada a su propio mundo, ajena a la realidad del cambio continuo, del fluir constante de las cosas y de ellos mismos. Heráclito no despreciaba el uso de los sentidos. «Se engañan los hombres sobre el conocimiento de las cosas visibles, de la misma manera que Homero, que fue considerado el más sabio de todos los griegos», subraya Heráclito. La permanente movilidad que percibe Heráclito en todas las cosas se fundamenta en una estructura de contrarios.
El cambio se lleva estudiando desde hace mucho tiempo y considero que antes de poder llevar a cabo cambios, primero es fundamental entender la importancia de estar dispuesto a cambiar, y la necesidad que nos plantea el entorno de tener que hacerlo para sobrevivir. Si no podemos enfrentarnos a los cambios en la vida personal, tampoco podremos llevarlos a cabo en el mundo. No hay que tenerle miedo al cambio, si las cosas no cambiaran aun estuviéramos viviendo en la prehistoria, quizás no hubiéramos descubierto el fuego o la rueda. Por eso hay que tener consideración de hacer un cambio por nosotros mismos.
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